Inicia sus estudios
musicales con su padre Juan Martínez Herrera en el seno de la Casa de la
Cultura de Carora.
En 1975 comienza
sus estudios de oboe con el Maestro Hernán Jerez en la Orquesta Sinfónica
Infantil de Carora, la primera fundada en Venezuela, génesis del Sistema
Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.
En 1977 es miembro
de la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela y al año siguiente obtiene por
concurso la plaza de primer oboe solista en la Orquesta Sinfónica Simón
Bolívar, período en el cual continúa sus estudios con el Maestro Lido
Guarnieri.
En 1981 es aceptado
en el Conservatorio Nacional Superior de Música de París en la cátedra de oboe
del Maestro Pierre Pierlot y en la de Música de Cámara del Maestro Maurice
Bourgue, con quien estudia oboe en su cátedra privada.
Durante su estadía
en Francia, fue oboísta
de la
Orquesta de Premios del Conservatorio de París, miembro de la Sinfonietta de
Chambord, de la Camerata de Versalles, de la orquesta de la comedia francesa y
profesor de oboe de varios conservatorios de la región parisina.
En 1985 obtiene su
diploma de Profesor Superior de Oboe homologado en España en 1995.
Ha sido
oboe-solista fundador de la Orquesta Filarmónica Nacional y oboe principal de
la Bilbao Orkestra Sinfonikoa, en el País Vasco. En 1999, gana por concurso de
credenciales el cargo de profesor de postgrado de la cátedra de oboe, en la
maestría en música que se imparte en la Universidad Simón Bolívar.
Jaime Martínez ha
sido pionero en la introducción del oboe como solista, en la ejecución de la
música popular venezolana, formó parte del Grupo Onkora y de Ensamble Gurrufío.
Ha contribuido al desarrollo del mismo en la música contemporánea
latinoamericana, estos aportes están representados en la grabación de varios
CD’S.En el 2004 gana el
Segundo Premio del Concurso de Solistas Aldemaro Romero con el Concierto para
Oboe y Orquesta que el Maestro le dedicara en el 2003.
Ana María Otamendi:
Pianista venezolana que deslumbra a la Houston Grand Opera
Joven pianista
venezolana deslumbra en los escenarios internacionales. Ana María Otamendi es
actualmente la única coterránea que forma parte de la Houston Grand Opera,
donde se desempeña como pianista y coach vocal. Llevando nuestra bandera en
alto, sobresale por sus exquisitas presentaciones en sus conciertos como
solista y una activa labor social donde el objetivo es compartir con la
comunidad a través de la música.
De niña Ana María Otamendi Sánchez encontró su
pasión de vida en el piano, uno de juguete donde con tan sólo 3 años ejecutaba
pequeñas piezas. Después con la marimba logró aprender un poco más y le
demostró a sus padres que su interés musical iba en serio. Así comenzó sus
estudios y desde muy joven logra hacer una carrera musical que la lleva a ser
la única venezolana que forma parte del equipo de profesionales de la
renombrada Houston Grand Opera (Houston, Texas, Estados Unidos), donde se
desempeña como coach vocal y pianista.
La Houston Grand
Opera realiza una audición compleja, recorre las principales ciudades de
Estados Unidos buscando cantantes y pianistas locales y extranjeros. De 600
artistas seleccionaron 6, 4 cantantes y 2 pianistas, uno de ellos, Ana María
Otamendi. Así se integra a esta máxima casa artística que año tras año
sorprende a la ciudad de Houston con imponentes producciones operáticas y
grandes conciertos de solistas y de grupos de cámaras. Un importante cargo,
donde la Otamendi hace gala de sus dotes como pianista presentándose en
recitales de música vocal y de cámara, así como también en la producción de las
Óperas El Barbero de Sevilla de Rossini, La Traviata de Verdi y María Estuarda
de Donizetti, donde cumple el importante papel de coach vocal y repertorista, sirviendo
de mano derecha del director y apoyando a los cantantes a lograr su máximo
potencial en cuanto a interpretación musical, estilo e idioma. Allí trabaja con
directores como Patrick Summers y Trevor Pinnock y con cantantes como Joyce Di
Donato.
No es sorpresivo el
éxito alcanzado tras años de estudio. Su dedicación comenzó a temprana edad. A
los 6 años empieza a estudiar el piano. Bajo la influencia y la tutela del
maestro y compositor Alejandro Slobodianik, completa su formación como
Profesora Ejecutante de Piano en el Conservatorio Juan José Landaeta.
A la par de su
carrera pianística, su padre le pide que estudie una carrera –en aras de
garantizar su seguridad económica, pues vivir como músico resulta una tarea
dura- y como le agradaba la geología, ingresa en la Universidad Simón Bolívar
en Ingeniería Geofísica, donde se gradúa Cum Laude y con una Mención Honorífica
para su tesis, la cual fue publicada como un artículo en la prestigiosa revista
científica Physics of the Earth and Planetary Interiors (2006). Y aunque la
Universidad de Princeton le ofreció una beca completa para hacer un doctorado,
prefirió serle fiel al piano.
Durante el último
año de la universidad y mientras hacía su tesis –con muy poco tiempo para
dedicarse a la música- reconoció cuánto extrañaba su instrumento y descubrió
que esa era su verdadera vocación de vida, ser pianista académica, sin importar
cuánto sacrificio le pudiera costar. Con esa comprensión culminó sus estudios
universitarios y a los 21 años partió a los Estados Unidos, impulsada por la
profesora y destacada pianista venezolana Judit Jaimes a completar una Maestría
en Ejecución Pianística en la Universidad de Wisconsin y un Doctorado en Música
de Cámara y Coaching Vocal en la Universidad de Michigan, con el renombrado
pianista Martin Katz, obteniendo siempre becas completas para financiar sus
estudios y graduándose con los más altos honores.
Su debut orquestal
fue a los 12 años con la Orquesta Sinfónica de Miranda en la Sala José Félix
Ribas. Entre sus logros destaca el haber ganado el Primer Premio en todos los
concursos nacionales en los que participó (Concurso Harriet Serr, Concurso
Nacional de Jóvenes Solistas organizado por la Orquesta Filarmónica, Concurso
Nacional de piano Yamaha), así como de Primeros Premios en la MTNA Steinway
Young Artist Competition, USC Concerto Competition, USA, y Concurso de Jóvenes
Solistas del Festival de Ouro Branco, Brasil. Otros honores incluyen becas por
excelencia artística otorgadas por la Milwaukee Foundation - Victor Vega y por el
CONAC, y reconocimientos otorgados por el Consejo Municipal de El Hatillo como
Mujer Ejemplar Hatillana, por el Consejo Municipal de Baruta por excelencia
académica y por la Universidad de Carolina del Sur por notable liderazgo y
servicio.
En sus
presentaciones como solista destaca su participación con numerosas orquestas
importantes, entre ellas la Orquesta Sinfónica de Venezuela, Sinfónica Gran
Mariscal de Ayacucho, Sinfónica de Maracaibo, Sinfónica de Panamá, USC Symphony
Orchestra y Orquesta del Festival de Ouro Branco. Ha sido dirigida por maestros
como Inocente Carreño, Pablo Castellanos, María Octavia Issa, Jorge Ledezma,
Donald Portnoy, Eduardo Rahn, Rodolfo Saglimbeni y Jorge Luis Uzcátegui, entre
otros.
Ana María Otamendi
ha recorrido el mundo con recitales en más de 30 salas de concierto en
Venezuela, Brasil, Panamá, Italia, Estados Unidos y España, y ha colaborado con
grandes músicos como Alexis Cárdenas, Lawrence Brownlee, Ana María Martínez y
Donald Sinta, entre muchos otros.
Como músico de
cámara tiene hoy una gran demanda: participó en el prestigioso Festival Merola
de la Ópera de San Francisco donde artistas como Anna Netrebko, Dolora Zajick,
y Deborah Voigt comenzaron sus carreras. Fue clavecinista con la Compañía
Palmetto Opera en Estados Unidos y parte de la Facultad en el Curso
Internacional de Música Española en España, así como del Michigan Opera Program
que se lleva a cabo en Italia durante el verano.
En Venezuela,
destaca por haber sido Pianista Solista de la Orquesta Sinfónica Venezuela, así
como Profesora Asistente en el Instituto Universitario de Estudios Musicales
(IUDEM).
La mujer detrás del
piano
Para Ana María
Otamendi en el hecho de ser pianista profesional hay un valor agregado. El
enseñar a otros, guiarlos para que sobresalga todo su potencial, es algo que
valora. De allí su interés por ser profesora. Y eso se refleja en su labor como
coaching vocal.
Aunque en su hogar
los gustos paternos se impusieron, su papá era amante de la música clásica, de
los conciertos y de las presentaciones de agrupaciones de cámara, Ana María
quedó cautivada por la Ópera –amor a primera vista- con La Traviata: “La
música, el drama, el show, todo me atrajo desde que la vi. Quedé enamorada de
este género”, comenta.
Con su trabajo en
la Houston Grand Opera, Otamendi descubrió un mundo nuevo: “A los 16 años
empecé a colaborar con otros instrumentistas, a compartir con los músicos y se
siente esa química y compatibilidad tan especial, es que ni hace falta hablar.
Estoy feliz de poder participar en estas producciones y lo mejor es que he
hecho grandes amigos con quienes puedo compartir el amor por la música”.
Aunque es
apasionada de la música clásica, de los compositores más emblemáticos como
Bach, Stravinski y Rachmaninoff, por nombrar algunos, Ana María Otamendi ama el
jazz, la salsa y la música latina. Su otra pasión es viajar: “Gracias a la
música he conocido muchos lugares interesantes, viajo mucho por trabajo y
procuro hacer un alto y pasar días conociendo y disfrutando”.
Ser pianista requiere
de mucho esfuerzo y trabajo. Una agenda plena de conciertos, presentaciones y
viajes colma a Ana María Otamendi hasta el 2014. A mediados de año parte a
Viena, cumple con recitales y aprovecha para perfeccionar su alemán (domina el
inglés y el francés y está perfeccionando el italiano) y para acercarse a
conocer Holanda y Turquía.
Esta venezolana se
siente orgullosa de ser músico: “Con la música podemos llegar a mucha gente,
durante un concierto se pueden relajar, olvidar sus problemas y transportarse,
se elevan a un plano de conciencia mayor y pueden conectarse con nosotros.
Realmente ayudamos a la gente a través de las artes. Ese es el poder de la
música y de las bellas artes en general, las únicas capaces de elevar al
espíritu humano”.
Por eso participa
activamente dentro de la Houston Grand Opera en las diversas actividades que
involucran directamente a la comunidad: conciertos al aire libre,
presentaciones de ópera en parques públicos y en anfiteatros abiertos donde 3
mil personas se reúnen a disfrutar de estupendas presentaciones. “Lo mejor es
que hacen picnic mientras ven una ópera con total libertad. La idea es que los
jóvenes y los niños se involucren. Otra de las cosas que hacemos es ir a los
ancianatos, escuelas y universidades para llevarles la música y demostrarles
que es accesible”.
Ante tantas
actividades, una forma segura de contactarla es por las redes sociales: “Son
una gran herramienta para promocionarnos y estar en contacto con los amigos, la
familia y el público”. Seguramente en Facebook la consigue y en Youtube
también. NP
Fuente:
informe21.com/.../ana-maria-otamendi-pianista-venezolana-que-deslumb...
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